miércoles, 9 de noviembre de 2011

Un negocio funesto

(Cuarto ensayo para la asignatura "Claves del pensamiento actual")

Una vez más, para introducir el tema del que voy a hablar tengo que hablar de equipos deportivos y patrocinadores. Y es que hoy leo en el periódico que un equipo italiano de baloncesto ha renunciado a la importante suma de dinero que le ofrecía la página web ‘AshleyMadison.com’ para convertirse en su patrocinador. La web en cuestión se presenta como una “empresa de infidelidades”, y su actividad consiste en organizar citas “discretas” para personas casadas. A principios de temporada esta misma empresa intentó, también sin éxito, patrocinar a dos equipos punteros de la primera división española de fútbol. Ahora, igual que entonces, la noticia ha generado mucha polémica en la opinión pública.
   Esta noticia se encuadra en el contexto que se ha ido creando estos últimos años, en los que han proliferado los portales de agencias de citas y encuentros por Internet. Paralelamente, la irrupción de las redes sociales ha significado, aunque quizás de forma no muy extendida, otro medio virtual a través del cual algunos busquen pareja. En mi opinión, no creo que la mejor forma para conocer a una persona sea a través de un ordenador aunque puedo llegar a entender que determinadas empresas ofrezcan la posibilidad de encontrar a la “pareja perfecta” de uno mediante la red. Ahora bien, lo que de ninguna manera es concebible es que personas sin escrúpulos se atrevan a hacer negocio con algo tan grave y serio como es la infidelidad, y que encima lo anuncien como quien pretende vender unas pastillas para la tos.
La frivolidad con la que los responsables de esta empresa tratan a la infidelidad contrasta con la dureza que posee una situación de este tipo. No quiero entrar a hablar de la ética del adulterio, creo que basta con decir que es algo objetivamente detestable, independientemente de si se realiza en secreto o de si es descubierto por el cónyuge. Pero es que cuando se da este segundo supuesto se produce una situación todavía peor, la que afecta a la familia; y es que estos actos desembocan muchas veces en la ruptura de familias que quizás llevaban muchos años unidas. Por eso no deja de sorprenderme que alguien pueda vender como algo positivo un acto tan triste. En ese sentido, lo que más me impactó fue uno de los eslóganes de la campaña publicitaria de dicha empresa: “Papá, ¿por qué engañas a mamá?”. En fin...
Leo también en la misma noticia que el servicio en cuestión se dirige, sobretodo a los hombres, y a ellos va destinada toda la publicidad que se emite. Ese es otro punto que me llama la atención. Seguramente las estadísticas dicen que hay muchos más hombres infieles que mujeres, pero lo que no entiendo es cómo esta empresa vende la infidelidad como algo a lo que los hombres no podemos resistirnos, es más, como algo que nos divierte y necesitamos (“La vida es corta. Ten una aventura!”, reza otro eslogan). En ese sentido, creo que tenemos la oportunidad de rebelarnos en cierto modo. Porque, al menos a mí, me fastidia que nos traten como a animales en celo, que somos incapaces de controlar los sentidos. Ante cosas como estas es un buen momento, creo, para reivindicar el valor del compromiso y de la fidelidad que tenemos cuando nos comprometemos con una persona. 
Con todo, celebro que los equipos a los que se les ofreció la posibilidad de ser patrocinados por esta gente la rechazaran. Bueno, celebro que la rechazaran por cuestiones éticas, porque hubo quien no aceptó alegando que no le satisfacía la oferta económica. Para pensar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario